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LA CÁMARA QUE GATILLA

(Proyecto en construcción)

Más de diez años pasaron de aquellos disparos fotográficos, que fueron a su vez disparos sobre cuerpos vulnerables y omitidos.

 

Quiero conocer sus historias. Busco saber quiénes son, quiénes fueron. Revelar lo que el tiempo va desdibujando: las huellas heridas de nuestro pueblo.

 

Disparo, como él. Nos une el mismo arma, por una necesidad absolutamente distinta. 

Una de las costumbres del ex sargento de la Bonaerense, Hugo “Beto” Cáceres, era hacer inteligencia sobre sus futuras víctimas. Señalado como cabeza visible de un escuadrón de la muerte en Don Torcuato, las seguía hasta fotografiarlas o tomaba sus retratos, como un trofeo, después de matarlas. Con todo ese material, Hugo Alberto Cáceres logró armar un curioso álbum de fotos en un cuaderno escolar, un archivo personal y privado de los pibes chorros del barrio. Cada fotografía terminaba con alguna anotación al pie. Algunos de los chicos estaban vivos, había quienes tenían las caras completamente moradas, otros golpeados y otro donde aparecía la inscripción de abatido, según declaró el periodista Ragendorfer, quien logró entrevistarlo en el mismo lugar que funcionaba como base de operaciones: la propia casa del policía.

 

El ahora ex sargento era uno de los jefes visibles del Escuadrón de Don Torcuato. El origen del grupo se remonta aproximadamente al año 1993 y estaba formado, principalmente, por policías en actividad del Comando de Patrullas de Tigre y de la comisaría 3ª de la misma localidad. La zona de operaciones del Escuadrón era conocida como el “Triángulo de la Muerte”, un área de Don Torcuato donde actuaban al estilo de un grupo parapolicial con la cobertura de la agencia de seguridad. A cambio de un pago mensual, la agencia Tres Ases ofrecía cobertura a los vecinos de la zona: “Controlaba todo lo que ocurría, manejaba actividades delictivas y ‘limpiaban’ la zona de los que no acataban sus directivas, es decir amenazaban, torturaban y fusilaban a todo aquel que robaba en las áreas prohibidas” (María del Carmen Verdú, integrante de CORREPI).

 

En 2004, fue condenado a 22 años de prisión sólo por el fusilamiento de Nuni Ríos, de 16 años. Pero el ex sargento de la Policía Bonaerense, Hugo Alberto Cáceres, sólo cumplió diez años de encierro. Y lo hizo en una situación privilegiada: pasó la mayoría del tiempo en un destacamento policial viviendo como en su casa. Actualmente se encuentra en libertad, viviendo en el lugar que habitó siempre, el mismo que alguna vez funcionó como su comisaría privada.

 

 

 

 

El escriba ha desaparecido

Señaló el sitio vacío

donde los muertos se divierten

La noche penetrando

y el glande inflado de tinta, penetrando
hacen el mismo ruido

que la muerte penetrando

Asisto a su duración en lo instantáneo

SILENCIO DESORBITADO

su fiesta en lo opaco, en lo pleno, en lo plano

la atención lleva un blanco en la frente

lleva una capa de lirones
despiertos

es la época en que la muerte entra muda


Mudo mi cuerpo


Yo me impongo en tu muerte

Yo me guarezco tu muda

tiempo de atenuación


tiempo de purificación


tiempo de lluvias constantes

lo insensible vibra

lo insensible soporta la noche

brota flores en mitad de la noche

en mitad de la página

sobre la panza de la muerte

la orfandad lleva un blanco en la frente

 

 

 

Escrito con un nictógrafo de Arturo Carrera

en la voz de Alejandra Pizarnik.

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